Una fe que mueve montañas

Una fe que mueve montañas

La fe es el motor que nos conecta con el poder ilimitado de Dios. Jesús nos enseñó que una fe genuina, aunque sea tan pequeña como un grano de mostaza, puede lograr cosas imposibles. No se trata de la magnitud de nuestra fe, sino de en quién está puesta: el Dios todopoderoso.

«Si tienen fe tan pequeña como un grano de mostaza, podrán decirle a este monte: ‘Trasládate de aquí para allá’, y se trasladará. Para ustedes nada será imposible.» (Mateo 17:20)


1. La fe como respuesta a los desafíos

En nuestra vida diaria, enfrentamos montañas de diferentes tamaños: problemas financieros, enfermedades, relaciones rotas o incertidumbre sobre el futuro. La fe nos permite mirar más allá de los obstáculos y confiar en que Dios ya tiene la solución perfecta.


2. Una fe activa, no pasiva

La fe no es solo creer en algo, sino actuar en consecuencia. Es caminar confiando en las promesas de Dios, incluso cuando no vemos el camino completo. Como dice Hebreos 11:1:
«Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve.»


3. La fe trae milagros

La Biblia está llena de ejemplos del poder de la fe: el mar se abrió para los israelitas, Lázaro resucitó de entre los muertos, y los muros de Jericó cayeron al suelo. Dios no ha cambiado. Él sigue obrando hoy a través de nuestra fe.


4. Una fe que no se rinde

La fe que mueve montañas no siempre significa que los problemas desaparezcan instantáneamente. A veces, Dios nos llama a perseverar, a seguir creyendo y confiando en Su tiempo perfecto. Nuestra fe es fortalecida en la espera y en la prueba.

«Dichosos los que no han visto y, sin embargo, creen.» (Juan 20:29)


Reflexión final

Hoy te invitamos a examinar tu corazón: ¿dónde has puesto tu fe? Recuerda que nuestro Dios es el creador del universo, el mismo que dio Su vida por ti y te ama incondicionalmente. Levanta tu mirada al cielo, deposita tu confianza en Él y prepárate para ver cómo las montañas en tu vida comienzan a moverse.

¡Confía y actúa con fe, porque nada es imposible para Dios!

Una fe que mueve montañas

La fe es el motor que nos conecta con el poder ilimitado de Dios. Jesús nos enseñó que una fe genuina, aunque sea tan pequeña como un grano de mostaza, puede lograr cosas imposibles. No se trata de la magnitud de nuestra fe, sino de en quién está puesta: el Dios todopoderoso.

«Si tienen fe tan pequeña como un grano de mostaza, podrán decirle a este monte: ‘Trasládate de aquí para allá’, y se trasladará. Para ustedes nada será imposible.» (Mateo 17:20)


1. La fe como respuesta a los desafíos

En nuestra vida diaria, enfrentamos montañas de diferentes tamaños: problemas financieros, enfermedades, relaciones rotas o incertidumbre sobre el futuro. La fe nos permite mirar más allá de los obstáculos y confiar en que Dios ya tiene la solución perfecta.


2. Una fe activa, no pasiva

La fe no es solo creer en algo, sino actuar en consecuencia. Es caminar confiando en las promesas de Dios, incluso cuando no vemos el camino completo. Como dice Hebreos 11:1:
«Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve.»


3. La fe trae milagros

La Biblia está llena de ejemplos del poder de la fe: el mar se abrió para los israelitas, Lázaro resucitó de entre los muertos, y los muros de Jericó cayeron al suelo. Dios no ha cambiado. Él sigue obrando hoy a través de nuestra fe.


4. Una fe que no se rinde

La fe que mueve montañas no siempre significa que los problemas desaparezcan instantáneamente. A veces, Dios nos llama a perseverar, a seguir creyendo y confiando en Su tiempo perfecto. Nuestra fe es fortalecida en la espera y en la prueba.

«Dichosos los que no han visto y, sin embargo, creen.» (Juan 20:29)


JOSEPH  AVILES